La arena: el gran problema de la construcción (y el medio ambiente)

Durante los últimos años, la arena se ha convertido en un aliado económico y demandado en la construcción de grandes urbes. Sin embargo, pocos conocen los efectos nocivos de un componente cuyo robo se despliega a lo largo y ancho de todo el mundo.

La arena en la construcción

Cuando pensamos en ciudades como Dubái o Hong Kong, vemos altos rascacielos, edificios alucinantes y construcciones dignas de una película futurista. Aún así, pocas veces nos detenemos a pensar que la arena está más que presente en esta fiebre planetaria por construir y construir, especialmente en lo que atañe a países emergentes como Brasil, China o la India.

Y es que la arena no solo se ha convertido en un material muy barato, sino que además es uno de los elementos imprescindibles a la hora de combinar con cemento y hormigón, dos de los elementos clave en la construcción de un futuro en el que 2 de cada 3 habitantes del planeta vivirán en las grandes ciudades del mundo.

Las limitaciones de la arena

Sin embargo, el detalle que pocos parecen tener en cuenta es que, a pesar de parecer un recurso ilimitado, la arena no es infinita y su consumo se está produciendo de una forma descontrolada sin tener en cuenta que este elemento no puede regenerarse a la misma rapidez con la que se consume.

De hecho, China ya ha empleado más arena en solo 20 años que Estados Unidos en todo el siglo XX, por nombrar tan solo un ejemplo. Países obsesionados con un recurso que ya es el segundo más demandado del planeta por detrás del agua. ¿El resultado? Mafias y personas explotadas a las que se les pagan sueldos irrisorios por robar arena clandestinamente de playas de todos el mundo, desde República Dominica a Marruecos pasando por Cabo Verde. Pero eso sí, debe ser arena de playa.

La arena de playa un bien preciado por las constructoras

A diferencia de una arena marina que cuesta más cara por el proceso de desalinización (la sal es totalmente nociva para la construcción) o una arena desértica que no cuaja del todo, la arena de playa se ha convertido en el bien más preciado por las constructoras de todo el mundo. Un sector que no escatima en recursos a la hora de erigir edificios, centros comerciales o sí, también islas artificiales como las que conforman el complejo The World, en Dubái.

Una revolución que ha desembocado en diversas mafias que comercializan con la arena al anochecer, cuando nadie les ve, a fin de aportar un material que será utilizado no solo en construcciones, sino también en ordenadores, pinturas e incluso azúcar.

El problema llega cuando un buen es saqueado y este luego no se repone. Solo entonces comprendemos que existe un problema medioambiental de grandes proporciones. Y es que sin su arena, las playas de todo el mundo se verán desprotegidas frente al viento y el agua, elementos que pueden provocar grandes cataclismos en ecosistemas protegidos por enclaves arenosos y costeros.

Un problema que deberíamos paliar apostando por una construcción sostenible en la que los elementos reciclados o las energías renovables jueguen un papel más indispensable que el de recursos finitos que continúan siendo motivo de tráfico ilegal.

¿Qué opinas del robo masivo de arena para la construcción y sus negativas consecuencias?